La biología evolutiva puede ayudarnos a entender cómo funciona el lenguaje

Como lingüista, temo la pregunta «¿a qué te dedicas?», porque cuando respondo «soy lingüista» la inevitable pregunta de seguimiento es: «¿cuántos idiomas hablas?». Esa, por supuesto, no es la cuestión. Aunque aprender idiomas es algo maravilloso, la lingüística académica es el estudio científico del lenguaje.

Lo que hago en mi trabajo es intentar comprender cómo y por qué las lenguas son como son. ¿Por qué hay tantas en algunos lugares y tan pocas en otros? ¿Cómo es que las lenguas han desarrollado tantas formas diferentes de realizar el mismo tipo de tareas comunicativas? ¿Qué es lo único humano del lenguaje y cómo la mente humana y el lenguaje se moldean mutuamente? Se trata de una nueva orientación de la lingüística. El estudio de la historia del lenguaje de la vieja escuela se centraba más en el lenguaje por sí mismo: comprender la estructura de las lenguas y reconstruir sus relaciones genealógicas.

Una de las cosas más interesantes que están sucediendo en la lingüística actual es que los lingüistas están conectando cada vez más con el campo de la biología evolutiva. Los biólogos evolutivos se plantean preguntas muy parecidas sobre las especies a las que yo y mis colegas queremos plantear sobre las lenguas: por ejemplo, por qué se distribuyen de una determinada manera, o buscando explicaciones a las diferencias y similitudes entre ellas.

Estas similitudes de perspectiva nos permiten aplicar todas las herramientas modernas de la biología evolutiva computacional a las cuestiones lingüísticas, lo que nos proporciona nuevas perspectivas sobre cuestiones fundamentales de los procesos de cambio lingüístico y, a través de ello, sobre la naturaleza del lenguaje en general.

La evolución del lenguaje

Recientemente he sido coautor de un nuevo artículo con un conjunto de colegas interdisciplinarios. Utilizamos métodos adaptados de la biología evolutiva para investigar cómo había cambiado un gran grupo de lenguas a lo largo de miles de años.

Decidimos concentrarnos en la familia de lenguas austronesias (una enorme familia de lenguas distribuidas en su mayoría a lo largo de un amplio arco que va desde Taiwán hasta la Isla de Pascua) porque se sabe bastante sobre su propagación. Con un modelo decente de la historia de una familia lingüística es posible descubrir los procesos de cambio dentro de estas lenguas. Se trata de la misma lógica básica que cuando Gregor Mendel dedujo los principios de la herencia observando cómo los patrones de variación en las formas de las plantas se regían por su ascendencia. Cuando entendamos cómo funcionan los componentes del lenguaje, estaremos más avanzados en el camino de la comprensión de la mente humana.

Las palabras y la gramática

Pero, ¿hasta qué punto son paralelos la evolución de las palabras y la evolución de la gramática? Responder a esta pregunta nos hará avanzar en el camino para responder a las grandes preguntas sobre la naturaleza de la diversidad lingüística y humana. Utilizando herramientas de la biología evolutiva, desarrollamos un modelo computacional para estimar a qué ritmo y de qué manera evolucionaron las distintas lenguas de esta familia. En concreto, el modelo discernía si las palabras y los elementos de la gramática evolucionaban a un ritmo rápido, medio o lento.

El siguiente diagrama muestra cómo los elementos léxicos y gramaticales de las lenguas austronesias evolucionaron de forma diferente a lo largo de la historia de la familia. Las ramas más rojas del árbol muestran los lugares en los que el cambio fue más rápido y las ramas más azules los lugares en los que fue más lento. Las cruces marcan los grandes cambios en el ritmo de la evolución.

¿Y ahora qué?

A medida que nuestras estimaciones sobre la edad de los seres humanos como especie se hacen más y más antiguas, nos damos cuenta de que el lenguaje humano no es un añadido reciente. Más bien es algo con profundas raíces evolutivas en la conciencia humana (y no humana). Esto es importante para la ciencia de la cognición humana en general, con especial trascendencia en la psicología y la lingüística.

Estos estudios a gran escala sobre la diversidad lingüística sólo han sido posibles recientemente gracias a las mejoras paralelas en la calidad de los datos a los que tenemos acceso y la calidad de los métodos de los que disponemos para analizarlos. Muchos lingüistas están adoptando el movimiento hacia los datos abiertos y la ciencia reproducible. Se están realizando enormes esfuerzos interdisciplinarios para publicar conjuntos de datos abiertos e interoperables en muchos ámbitos diferentes, y las herramientas informáticas para estudiar la evolución son cada vez más ricas y flexibles.

Pero a medida que las herramientas y los métodos mejoran, la diversidad lingüística mundial disminuye. Hoy en día, casi la mitad de la población mundial habla al menos uno de los siguientes idiomas: mandarín, hindi, español, inglés o árabe, y miles de lenguas más pequeñas se enfrentan a la extinción.

Por ello, los estudios comparativos del lenguaje se hacen más urgentes como ventana a la diversidad de la mente humana.

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